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Novato en la oficina | drakki | 5

 

Apenas son las ocho y media de la mañana, pero ya no te apetece estar en la cama, te levantas empalmado y decides irte al aseo a mear, vas descalzo y no haces ningún ruido, entras en el aseo y cierras la puerta porque justo detrás está el water.

Te encuentras a Laura desnuda, con las braguitas por los tobillos, sentada con cara de sueño. Su melena castaña clara está despeinada y le da un aire de fierecilla, es de piel bastante pálida, sus tetillas pequeñas y puntiagudas acaban en pezones rosados y turgentes. Se sobresalta cuando se da cuenta que estás justo delante de ella, con tu tienda de campaña a la altura de su cara. No sabes si le has cortado la meada o si ya ha acabado, pero la situación es como mínimo, rara. No hace ningún gesto de taparse, salvo que cerró más de piernas al verte, pero se nota que está tensa. Ninguno de los dos decís nada. Te mira a la cara, luego a tu paquete, otra vez a la cara, vuelve a bajar la mirada. Parece hipnotizada.
Parece que se relaja y vuelve a abrir las piernas como antes. De pronto vuelve a mear, cuando acaba, se limpia con papel del rollo: “¿Quieres mear?”

“Sí.” Dices tras una eternidad.

Se levanta, se sube la braguita y se queda ahí para verte mear. Tardas otra eternidad, pero al final te sacas la polla pero no puedes mear, estás demasiado empalmado y la presencia de Laura no te ayuda mucho, solo con imaginarte lo que podría pasar si ella quisiera hace que se te ponga dura como el cemento.

“Joder, vaya pollón.” Ella deja de mirarte el miembro, te mira a los ojos y te sonríe. “La tienes más grande que Pedro.” Lo dice como si no pudiera creérselo. Te pones colorado y te sonríe aún más, le hace gracia verte así, desnudo y desarmado. Te lo piensas un poco y te das cuenta que la que está desnuda es ella y el que está bien armado, eres tú.

“Anoche os estuve escuchando.” No sabes como han salido esas palabras de tu boca, pero te has quedado a gusto soltándolo.

“¿Hicimos mucho ruido?”

“La verdad es que os escuche desde la puerta.”

“¿Estuviste espiándonos?

“Sí.”

“¿Y te pusiste cachondo?”

“Me hice una paja.”

Te sonríe de oreja a oreja. Su mira se convierte en lascivia pura. Se baja las braguitas, se endereza, las empuja con el pié y te dice: “Si me comes el coño, te dejo que me folles.”

 

¿Qué haces?


          No, Pedro es mi amigo.

          Querer es poder.

 
 
 

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