Llegas a casa, estás reventado, saludas a tu compañero de piso y te metes directamente en la ducha, nada como agua y jabón para quitarse uno la mierda que lleva encima. Tras secarte y cambiarte a ropa cómoda, vas a la nevera, agarra una cerveza y te esclafas en el sofá con el mando a distancia en la otra mano.
“He quedado con los colegas en La Chica de Ayer. Luego vendrán unas tías. También vendrá Laura, esa ya la tengo en el bote, de hoy no pasa.”
“Ufff, Pedro, estoy reventado, no sé si es buena idea. Y paso de ver como te la ligas y yo comerme los mocos.”
“¡Socio! Qué vendrán más tías, la amiga de Laura está bastante buena, eso sí, la tía es gilipollas.”
“Eso, dame ánimos.”
“¡Venga ya! Si no te comes a las tías es porque eres huevón, porque las tías siempre se fijan en ti, pero luego abres la boca y la cagas. Mírame a mi, tipo normal, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, ni guapo ni feo, ni la tengo grande ni la tengo chica, un tipo corriente y en estos cinco últimos años, llevo una media de quince tías al año. No está mal pa un tipo corriente.”
“Sí pero tienes un pico de oro, cabrón. Ni que fueras argentino.”
“Nene, hay dos tipos de animales, los herbívoros y los carnívoros. Tu sigue pastando y rumiando que yo iré hincandole el diente a las que deberían ser tus presas. Hoy Laura cae. Y a su amiga también le haría un favor si estuviera callada.”
Cenáis algo rápido, recogéis la casa, pones el lavavajillas en marcha.
“¿Te vienes o qué?” |