Estás reventado sicologicamente, te mereces una copa. Llamas a tu compañero de piso al móvil.
“Socio, ¿por donde andas?”
“Estoy en la La Chica de Ayer, con unos amigos y van a venir unas titis. ¿Te apuntas?”
“Voy p'allá.”
Nada mejor para la moral que tomarte unas copas con los coleguillas y platicar con las chicas. Lo malo es que te emborrachas demasiado pronto y estás que ligas a una tía. Menos mal que tu compañero de piso es buena persona y te lleva a casa.
Al día siguiente, amaneces a las tantas con una resaca del copón. Te duchas a malas penas sin caerte y luego te esclafas en el sofá. No sabes que es peor, si el martillo que te golpea o el yunque que te aplasta el cerebro. Pedro se te acerca con una cerveza: “Gracias a ti no pude liarme con Laura. No va la tía y me dice que te lleve pa casa que estabas muy mal. ¿Y yo qué? ¡Estaba a punto de caramelo! Si no llega a ser por ti, me la hubiera tirado. Capullo.”
“Lo siento, tío.”
“¿Que los sientes? Te aviso, si esta noche no cae, te la cargas. Avisao estás.”
“Vaaaaale, pero no me tortures más.”
“Eso te pasa por beber ron como las nenas, los tíos duros beben whisky de 12 años.”
“Tú que puedes, yo aún no he cobrado.”
Va pasando el día y después de comer algo, os ponéis a jugar a la play y va pasando el día. Cuando llega la noche, Pedro te amenaza de que si sales y se la lías, te mata, así que decides quedarte en casa, te ves el partido de fútbol mientras cenas, recoges, pones el lavavajillas que ya estaba lleno y como ya no sabes que hacer, te vas a la cama y te duermes rápidamente.
De pronto te despiertas, unos golpes te han despertado. Miras el despertador y son las tres y poco, los golpes siguen, rítmicamente. Al rato oyes un gemido, de una tía, seguro. Cada vez, los golpes son más fuertes y más rápidos, y los gemidos también van creciendo. De pronto, los gemidos se cambian en si. Si, si, si SI, SIIII. Y pronto oyes un “Me corro, me corroooo.” Pero esta vez, era un tío. Supones que es Pedro y Laura y eso te ha puesto a cien. Estás empalmado y empiezas a masturbarte. Te imaginas que ella ahora le apetece hacérselo contigo, que entra en tu habitación y te dice: “Sigo cachonda, fóllame tú también.” Ella se abalanza sobre ti, te la chupa como una loca y luego te cabalga salvajemente. Estás a punto de correrte pero pasas de manchar las sábanas. Te vas al cuarto de baño a hurtadillas y allí terminas el trabajo.
Ya más relajado, te vuelves hacia tu habitación y oyes murmullos en la habitación de Pedro, te acercas sigilosamente hacia su puerta y pones la oreja contra la puerta. “Joder, sí, sigue así cariño, lo estás haciendo muy bien.” Por lo visto Laura se lo está pasando bien. “Sí, así, no te pares, más rápido, más, mássss, sí chupamelo así...” Bien por Pedro, dejando el pabellón alto. Al cabo de unos minutos, ella se corre con bastante escándalo. No quieres quedarte más pero estás clavado a la puerta y tras un largo rato, la escuchas a ella: “Oye, ¿te apetece que te la chupe a ver si se te pone otra vez dura?” “Toda tuya cariño.” “Vale, pero esta vez, soy yo la que me subo arriba.” Al cabo de un rato, oyes a Pedro decir: “Qué bien la chupas, mira, ya está tiesa para ti, pero sigue chupando un rato más, cariño, lo estás haciendo de maravilla.”
Te vuelves a tu cama y al rato, parece que ella ha dejado de chupar y ya está encima, porque empieza el rítmico golpeteo de la cama contra la pared. Y eso parece que te duerme como una nana porque cuando vuelves a abrir los ojos, ya es de día. |