De perdido al río, recoges tus papeles, te acercas hasta la mesa de Silvia y te paras junto a ella. Estaba tan centrada en lo que hacía que ni se da cuenta de que estás allí, de pronto se sobresalta y te mira a la cara.
“¿Hola?” ¡Te mira como si fueras un alien!
“Hola... Ehhh.... Silvia, ¿verdad?” Así se hace, buena entrada... capullo...
“Sí..... ¿En qué puedo ayudarte?”
“Pues mira... esto... tengo... ejem... un problemilla, ¿sabes? Y como pareces que eres la única persona amable de esta oficina.... y... eso...”
Ella te sonríe y te coge los papeles de la mano.
“A ver cual es el “problemilla” y si se puede solucionar”
“Ay! Muchas gracias! Estoy más perdido que pulgarcito...”
Empieza a mirar la documentación, te pregunta un par de cosas y tu le contestas lo mejor que puedes, eso le hace sonreír. “Que sonrisa más bonita tiene”. Ella sigue mirando los papeles, se inclina para verlos mejor y te ofrece una deliciosa visión de su canalillo, esas tetillas pálidas, que piden a gritos juguetear con ellas, sobarlas, mordisquearlas... Es lo mejor que te ha pasado en estos cinco últimos días de pesadilla.
Te das cuenta que te ha preguntado algo y no tienes ni idea de que, ella se endereza y te mira a los ojos. Te pones rojo como un tomate, y te miras los zapatos, no te atreves a mirarla a los ojos.
“Lo mejor será que te vayas a tu mesa”.
“¿Pero me vas a ayudar?” Le vuelves a mirar a los ojos, ella tiene una mirada extraña, no sabrías decir si te va a mandar a tomar fresco o a que... Te mira de arriba a abajo, vuelve lentamente la cabeza hacia arriba, se mordisquea el labio inferior... “Tiene una boca preciosa, espero no haberla cagao”. De pronto, te sonríe y te dice que sí, te explica donde has metido la pata y te explica como arreglarlo. |